De nuevo sobre el amor

10.09.2013 13:56

Iniciamos la semana una vez más. Hemos escuchado en la Santa Misa dominical las palabras del Evangelio donde Jesús nos exige –es ésta la palabra adecuada- una entrega total por parte de nosotros hacia Él.

Nos pide -tal como ya lo han hecho tantos ilustres santos de Dios respondiendo a este mismo llamado- que nos hagamos Eucaristía con Él y que no quede nada de nosotros ni para nosotros mismos. Nos pide dejarlo todo y seguirlo.

¿Cómo puede ser esto congruente con el cristianismo actual?

Simple. Desde siempre ha sido congruente, por el solo hecho de ser palabras del propio Cristo. Él es quien da el ejemplo primero: dejó todo para entregársenos completo y poder alcanzarnos la Salvación.

Santa Teresita del Niñito Jesús nos comparte, entre sus muchas enseñanzas, el cómo vivir de amor en el Cristo. La ilustre doctora eclesial, la pequeña francesita de Liseux que encontró el tesoro celestial a tan corta edad nos ha legado su tesis: la santa vocación al amor.

El cristiano de hoy, tan absorto en un mundo hedonista donde todo parece basarse en la felicidad propia e inmediata, en la comodidad y acaso, en el esfuerzo y sufrimiento para alcanzar el éxito en el mundo. El cristiano de hoy, decía, vive en un mundo donde los héroes, los ejemplos a seguir son aquellos que son “atrevidos”, que guían exitosamente naciones o empresas, que son excelentes actores o deportistas, que no temen mostrar de más en sus espectáculos y que no temen decir lo que piensan sin importar que ello afecte a terceros y sea producto de una mera opinión personal muchas veces carente de fundamento. El cristiano de hoy vive en un mundo laicista más que laico. Un mundo donde el cristianismo ya no tiene cabida total, donde a muchos da pena ostentarse como seguidores de Jesús y donde ya ni siquiera la mayoría de los católicos se persignan al pasar frente a una Iglesia o saben rezar el santo rosario. Donde se permite que se retrate la fe como aquella “carente de razón” como lo pregona la Francia actual “cuna de la libertad, de la Revolución y la Ilustración” que exige retirar toda manifestación de religiosidad en las aulas: toda –incluso las cruces al cuello-. Se teme que nos tachen de “fanáticos”.

Sí. Fanáticos. Algún par de veces he escuchado profesar algo parecido a “Soy católico, pero no fanático”, preguntando a qué se referían con aquellas palabras, la respuesta aproximada que recibía era: “Pues voy a misa cuando me nace y en vacaciones de semana santa o en navidad…, no soy de andar leyendo la biblia como los ‘aleluyas’ de otras iglesia que son fanáticos”. La intelectualidad cristiana de estas personas se lanzan a los extremos: o son más papistas que el Papa, o son “cristianos sensatos” que pueden o no aceptar las palabras de Pedro, según su propio razonamiento. Y mientras tanto el Cristo crucificado aún ruega por nosotros: “perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Vivir de amor de acuerdo a Cristo es, aún hoy después de casi 20 siglos (1980 años para ser más aproximados) una total locura. Un desequilibrio para la razón y la intelectualidad humana. Es de locos.

“…y Dios me pidió que fuera un loco, y me dio hermanos” –San Francisco de Asís.

Aprovechen el siguiente canto interpretado por Jésed. Ellos han usado las palabras de Santa Teresita y la han convertido en música. Disfruten y mediten el mensaje cristiano que contiene. Oremos unos por otros.

"Vivir de Amor" -Jésed

Dios les bendiga. Pax et Bonum.

 

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